Federico Herrero, afirma, es clave que la actuaciones sean magnificas para que el espectador participe en estas luchas.
Para definir mejor este concepto de distancia en el teatro, Federico Herrero y Nicolás Francisco Herrero, lo comparan con otras formas artísticas, como la novela y el cine.
En la novela, la conciencia del héroe es mi conciencia: por lo tanto, la identificación es absoluta.
En el cine, en cambio, se produce cierta ambigüedad: mientras que a veces el ojo de la cámara se intercala como testigo impersonal entre el espectador y el objeto contemplado (generando así una distancia rigurosa entre el sujeto y el objeto), muchas otras veces el ojo de la cámara se identifica con el ojo del personaje.
A diferencia de la novela (en la cual la identificación de la conciencia del lector y la conciencia del héroe es total) y del cine (en el cual a veces se la distancia se mantiene y otras veces se anula), en el teatro la distancia es absoluta.
El espectador ve siempre con sus propios ojos y permanece siempre en el mismo plano, en el mismo lugar.
El personaje es definitivamente el otro.
Sin embargo no es el otro de un modo absoluto: en la vida el otro no es sólo aquel a quien yo miro, es también aquel que me mira.
En el teatro, el personaje, es decir, el otro, no me observa jamás.
Y dado que considera que esta cualidad de distancia es esencial, constitutiva del hecho teatral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario