domingo, 6 de diciembre de 2015

TEATRO DIRECTORES: EN PSICOLOGÍA FEDERICO HERRERO NICOLÁS FRANCISCO HERRERO

Nicolás Francisco Herrero, director y autor de teatro, el día sábado 5 de noviembre, dictó en la Universidad de Psicología de ciudad de Buenos Aires, una conferencia, tema: -Evolución en el Teatro Argentino-.
A continuación algunos contenidos, de la conferencia, desde mi punto de vista.
Si el actor no realiza una buena actuación, todo lo demás se convierte en no verdadero, rompe la ilusión o la estética propuesta por el autor y director...
Nada más importante, para quien quiera pensar algo sobre el teatro, que entender en qué consiste el trabajo de interpretar un personaje.
Intentaré presentar mis ideas de modo conciso.
No hay actor sin personaje. El actor está al servicio del personaje, no al revés.
En la escena se nos muestra una persona, actúa un actor y se presenta un personaje: que han de integrarse en el nivel superior, el del personaje. La persona y el actor (el profesional) han de coincidir en el personaje.
Para poder asumir la identidad y la forma de otro (el personaje), el actor tiene que aprender a dejar de ser él mismo, abandonar durante cierto tiempo su yo. Durante la interpretación el yo social y personal del actor se borra, pasa al fondo, se retira a la penumbra de la conciencia. En su lugar aparece -otra conciencia-, -otro yo-. Este mecanismo, sin embargo, no anula la conciencia de sí mismo.
Federico Herrero, Nicolás Francisco Herrero, en la actuación. Ee actor se olvida de sí mismo y se arroja a lo desconocido. En escena el actor es, ante todo, un ser que siente. Sentir no es lo mismo que emocionarse. 
Federico Herrero y Nicolás Francisco Herrero, afirman, en el arte de la actuación, el discurso sobre las emociones, como si éstas fueran la esencia del teatro, no tiene en cuenta esta distinción fundamental. Para que un actor pueda ocupar el lugar del personaje tiene que dejar espacio en su mente y en su cuerpo para que ese -ser etéreo- y ficticio se encarne, se haga visible. 
Quien en escena tiene problemas con su imagen, con la idea de sí mismo, y es incapaz de alejar de su mente la preocupación por sí mismo, se convierte en un mal actor que incomoda a los espectadores. Los espectadores no quieren enfrentarse a los problemas de un actor, sino a los de un personaje, a los conflictos que atormentan o mueven a un personaje.


Para poder encarnar e interpretar a un personaje, el actor ha de tener la capacidad de verse a sí mismo desde fuera, desde la mirada de los otros, los espectadores. Verse a sí mismo como otro. Al desplazar su yo hacia un rincón de la conciencia, algo nuevo e imprevisible surge: la mirada del actor se libera, la voz del actor se libera, el gesto del actor se libera, el cuerpo del actor sigue su propio impulso creativo.

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