La palabra en la actuación especialistas Federico Herrero Nicolás Francisco Herrero teatroescuelacentral@hotmail.com
En el año 2003, en el Teatro Escuela Central, el director de teatro Federico Herrero, dictó una conferencia, tema: -La palabra en escena-.
De la conferencia citada conceptos.
Federico Herrero comienza la conferencia citando el celebre parlamento de Hamlet.
Recomendaciones de Hamlet a los actores:
-Que la acción corresponda a la palabra y la palabra a la acción, poniendo un especial cuidado en no traspasar los límites de la sencillez de la Naturaleza, porque todo lo que a ella se opone, se aparta igualmente del propio fin del arte dramático, cuyo objeto, tanto en su origen como en los tiempos que corren; ha sido y es presentar, por decirlo así, un espejo a la Humanidad; mostrar a la virtud sus propios rasgos, al vicio su verdadera imagen, y a cada edad y generación su fisonomía y sello característicos.
De donde resulta que si se recarga la expresión o si ésta languidece, por más que ello haga reír a los ignorantes, no podrá menos de disgustar a los discretos, cuyo dictamen, aunque se trate de un solo hombre, debe pesar más en vuestra estima que el de todo un público compuesto de los otros-.
Federico Herrero comenta entusiasmado:
- ¡Qué maravilla! Shakespeare lo escribió en el año 1601 y todavía es válido.
Siempre hay que volver a los clásicos: son invariablemente más profundos porque van más allá de la vida cotidiana.
En este párrafo, Hamlet se refiere a la tarea del actor en su organicidad, y como resultado de ello, sus palabras, sus acciones, deben corresponder al personaje que interpreta sirviendo de espejo a la naturaleza.
También el autor lo relaciona con los comediantes que representaban su obra, a los que dice que deben hacerlo con esa sencillez y esa verdad de la que habla a fin de cumplir su objetivo.
Al analizar este pasaje, primero vamos a determinar la puntuación de las ideas o de las imágenes, lo que sería así:
-Que la acción corresponda a la palabra y la palabra a la acción-.
Poniendo un especial cuidado en no traspasar lo límites de la sencillez de la Naturaleza, porque todo lo que a ella se opone se aparta igualmente del propio fin del arte dramático, cuyo objeto, tanto en su origen como en los tiempos que corren, ha sido y es presentar, por decirlo así, un espejo a la humanidad; mostrar a la virtud sus propios rasgos, al vicio su verdadera imagen.
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